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Jesús les contestó:

—El Padre es el único que tiene la autoridad de decidir las horas o las fechas. A ustedes no les corresponde saberlo. Pero cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, recibirán poder. Serán mis testigos en Jerusalén, en toda la región de Judea, en Samaria y en todo el mundo.

Después de decir esto, Jesús fue llevado al cielo. Mientras ellos lo miraban, una nube lo tapó y no lo volvieron a ver.

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